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La primera inmortal
Hace unos meses me nombraron oficialmente como la primera humana inmortal. Eso no significa que sea indestructible, de hecho soy relativamente frágil comparada con los humanos comunes. Lo que sucede es que no puedo morir de causas naturales y soy inmune a virus y bacterias. No nací de esta forma y llegar a mi estado actual me tomó mucho esfuerzo y el equivalente en años a una vida humana promedio.
Tuve la suerte de nacer en el seno de una de las familias más ricas y poderosas del mundo. Esto me permitió invertir ríos de dinero en proyectos de investigación genética y prótesis y órganos sintéticos. Así logré volverme prácticamente inmortal. Estos avances también ayudaron a salvar incontables vidas. Y una gran variedad de campos, entre ellos la medicina, se vieron favorecidos también.
Al principio hubo mucha controversia debido a la gran cantidad de implantes sintéticos que usé para reemplazar mis órganos, en especial porque en ocasiones el órgano reemplazado no estaba dañado. Pero con el tiempo, y en parte debido a mi apoyo hacia las ciencias involucradas en estos avances, la controversia quedó atrás en su mayor parte.
Después se dijo que ya no era humana sino una cyborg. Pero eso también quedó atrás con el tiempo. Que esos temas cayeran en el olvido con relativa rapidez se debió, creo yo, a que fuera de mis implantes yo era y sigo siendo una persona bastante aburrida. La única pregunta que persistió fue un simple pero significativo: ¿por qué lo hace?
Cada vez que se me cuestionaba al respecto daba una respuesta ligeramente distinta. Dije que lo hacía porque quería lograr algo significativo con mi dinero, y era cierto. También dije que lo hacía porque me interesaban las ciencias, otra verdad. Incluso llegué a decir que lo hacía simplemente porque podía, y también era cierto. Sin embargo, la verdad más grande, la que nunca le dije a otra persona, es que lo hice por miedo. Durante mi adolescencia tuve una experiencia cercana a la muerte y desde entonces desarrollé un profundo miedo a morir.
Probablemente muchos crean que hacer todo lo que hice por miedo a morir haya sido exagerado, pues la muerte es parte de la vida y, hasta cierto punto, lo que le da sentido a la misma. Pero a esas personas les digo que no saben de lo que hablan. La mayoría de quienes han tenido una experiencia cercana a la muerte dicen haber visto una luz, o un corredor iluminado. También hay quienes dicen haber recibido visitas de ángeles o seres queridos fallecidos. Todas esas son historias maravillosas, y creo que son ciertas ya que mi propia experiencia fue parecida. Pero esas personas no estuvieron del otro lado el tiempo suficiente para ver la verdad.
Estuve clínicamente muerta por cincuenta y dos largos minutos, después de los cuales volví a la vida sin daño cerebral. Muchos dicen que fue un milagro, pero yo estoy convencida de que volví debido a mi férrea determinación de seguir viva. Determinación que nació a partir de ver lo que acecha más allá de la luz.
Cuando estuve en ese efimerlo umbral entre la vida y la muerte todo era negro, pero pronto apareció en la distancia un punto blanco. Comencé a ser atraída hacia aquel punto, como si me encontrara flotando en la suave corriente de un arroyo. El punto se tornó en una esfera de brillante luz blanca. Cuando la esfera fue del tamaño de un auto pequeño comenzaron a aparecer imágenes dentro de ella. Siluetas doradas, que reconocí como mis seres queridos fallecidos, comenzaron a darme la bienvenida con cariñosos ademanes.
En ese momento supe que había muerto y que estaba camino al cielo o algún lugar similar. Me invadió una abrumadora sensación de paz. Estuve a nada de entregarme a ella, pero algo en las siluetas doradas hizo saltar una alarma en mi interior. Forcé la vista a través de la luz y dentro de la esfera vi a personas que aún no habían muerto. Sin embargo, lo que me hizo reaccionar fue que me vi a Felix Feliment, el protagonista de mi libro favorito.
Comencé a sentir los párpados pesados y caí en la cuenta de que tenía los ojos cerrados. Al abrirlos me encontré en un espacio infinito de color lila. En aquel lugar no había gravedad y frente a mí flotaba la esfera de luz blanca. Tras ella había una criatura de pesadilla. Observar el cuerpo de aquel ser nauseabundo provocaba dolor de cabeza, pues su forma desafiaba las leyes físicas y biológicas.
Tras un costillar que parecía de bronce, cuyas costillas se hinchaban y deshinchaban com pulmones, pulsaba un corazón mecánico compuesto de extraños engranajes. La forma de aquel mecanismo pertenecía a una ilusión óptica plasmada sobre papel y no a una realidad de tres dimensiones, pero ahí estaba, frente a mí. De la parte superior del costillar salía una trenza formada por lo que parecían ser intestinos; el grotesco miembro rezumaba una mucosidad amarilla que de alguna forma inyectaba en la esfera de luz, a la cual estaba conectado.
Reuniendo fuerza de voluntad logré apartar la vista de la criatura y el horror hendió sus frías y viscosas raíces en lo más profundo de mi ser. Aquel espacio infinito estaba infestado con criaturas similares a la que tenía frente a mí.
Vi a otras personas muertas entrar en las esferas. Sus almas fueron machacadas y sus restos pasaron a través de la trenza de intestinos, alimentando a los extraños corazones mecánicos.
Contemplar estos horrores me infundió un miedo tal que mi alma huyó de regreso a mi cuerpo. Algo que no fue sencillo, pues de él emanaba una fuerte corriente que intentaba empujarme de regreso al lugar donde habitaban las criaturas.
Así fue como reviví, y desde ese día he luchado por volverme inmortal. Aún tengo miedo, ya que por más inmortal que sea, la tierra y el sistema solar llegarán a su final algún día. Y ese día mi final llegará también. Actualmente me encuentro financiando agencias espaciales para así poder escapar del inevitable destino de la tierra. Y mientras tenga vida lucharé incanablemente para no volver a ver a esa bestia inverosímil.
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