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16 jul 2020

Reflexiones - Mi extraña relación con mis textos





Llevo creando historias desde aproximadamente los 8 años. Las primeras que recuerdo eran de dos tipos. El primero era usando juguetes, principalmente esos soldaditos de plástico de los que vienen muchos en una sola bolsa; y también tenía bolsas similares de indios y vaqueros y otras de dinosaurios. Les asignaba personalidades a los muñecos individuales y les inventaba aventuras.

El segundo tipo eran algo así como fanfics de mis series favoritas de aquel  entonces (Dragon ball z, Sakura Card Captor, beyblade, Yu-Gi-Oh, el Barón Rojo, y demás). Y digo que eran algo parecido al fanfic porque en realidad nunca escribí ninguna de estas historias.

Al principio eran “capítulos alternativos” de estas series donde me incluía a mi mismo pero reimaginado con los poderes/habilidades de la serie en cuestión. Y ahora que lo recuerdo, cuando jugaba con mis amigos y queríamos “jugar a dragon ball” todos se peleaban por ser Goku o Vegeta o alguno de los personajes de la serie. Y les parecía muy extraño que  yo quisiera ser yo mismo pero con poderes inventados. De hecho se negaban a dejarme usar mis poderes inventados porque “no eran reales”. Pero eso es otro tema.

Eventualmente pasé de reimaginar episodios a crear mis propios personajes y darles sus propias aventuras. Seguían estando fuertemente basados en mis series favoritas, pero comenzaban a ser su propia cosa. Llegó un punto en el que tenía tantos personajes, lugares e historias que les dí su propio mundo al que llamé Planeta X.

Por aquel entonces estaba obsesionado con la letra “x” por alguna razón y la ponía en todo lo que podía. Hasta la dibujaba en 3d (o lo intentaba porque soy malisimo dibujando). Y había un artefacto llamado la “llave x”  que controlaba el planeta.

Todo esto fue entre primaria y secundaria. Cuando pasé al CBTis (Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios), comencé a hacer historias “más serias/maduras” según yo. Pero esto más que nada significaba que eran un poco más complejas y algo “edgy”. Las historias comenzaron a tratarse un poco más de los personajes y no tanto de la acción/trama. Estos nuevos personajes ya no los puse en el Planeta X. Casi todos tenían sus propios mini mundos, aunque muchos terminaron siendo colocados en las mismas ambientaciones.
Así fue como el Planeta X comenzó a quedar abandonado, pues ya no estaba interesado en “hacer historias tan infantiles”. Siendo que nunca hice realmente esas historias porque jamás las escribí como tales. Tenía fichas de personajes y detalles sobre el mundo, pero nada más (creo que ya se me comenzaba a notar lo de ser escritor mapa jaja).

En algún momento me encontré con las empolvadas libretas que contenían estos fragmentos de mi primer mundo, y como había decidido nunca hacer nada con esas historias, las tiré. Aún recuerdo algunos personajes y algunos detalles del mundo, pero la mayoría se perdió para siempre.

Y por fin llegamos a la parte de mi extraña relación con mis textos.

Las historias que comencé a desarrollar en el CBTis y la universidad son de mis favoritas. Están los bufones, la unión, la necrópolis, los caballeros bohemios (que originalmente era parte de los bufones) y ocullaris infernum. Todos estos son nombres provisionales, y si han leído mi blog pero no les suena ninguno de los títulos, es porque ninguna de estas historias está escrita y técnicamente no existen.

¿Y cúal es la razón de que nunca  haya escrito mis historias favoritas? Bueno, resulta que cuando las imaginé me parecieron muy buenas y no me sentía preparado para escribirlas. No las he tocado por miedo a arruinarlas. Así que en lugar de intentar escribirlas decidí guardarlas y “sacarme de la manga” otras historias que no me importan tanto y usarlas para practicar. La idea era que como no me importaba, daba igual si las escribía bien o mal, así que podía practicar escribir sin la presión de arruinar la historia.

Supongo que escribir sin esa presión me ha ayudado un poco, pero también ha hecho que no me importe el resultado. Si me sale mal una historia no intento arreglarla porque no me importa. Y también me pasa que las dejo a la mitad porque, otra vez, como no me gustan mucho pierdo el interés.

Además está el hecho de que las historias que me saco de la manga son muy diferentes a mis historias favoritas. Esto es así porque “no quiero copiarme a mí mismo” o una cosa así. En parte creo que es la idea de que si escribo dos historias parecidas no tengo imaginación porque siempre escribo lo mismo.

Haciendo esta cosa extraña de guardarme las “buenas historias” para cuando sea mejor escritor he acumulado varias historias e ideas de historias que me encantaría escribir, pero que me aterra tocar por miedo a no hacerles justicia.

Y sacando ideas para mis escritos de práctica me he topado con ideas que me gustan y me emocionan. Las cuales, por supuesto, guardo para después. Creo que ya está quedando claro mi problema.

Hace poco me dí cuenta de lo dañino que es este patrón, pues creo que nunca llegaré a considerarme un escritor suficientemente bueno para hacerle justicia a mis historias favoritas. Y esto llevará a que nunca las escriba. Al ver esto decidí elegir una historia que me guste y escribirla de principio a fin, salga como salga. Si queda bien, que bien; y si queda mal y necesito reescribirla por completo, pues eso haré, que al final lo que quiero es compartir estas historias con otras personas.

Así es como comencé a trabajar junto con mi novia en lo que de momento llamamos Las Brujitas o El Pueblito, que con suerte se convertirá en mi primer libro publicado. Además estoy trabajando en un relato que también me emociona en el cual combino (o intento combinar) horror cósmico y mitología mesoamericana.

Después de ponerme a trabajar en estos proyectos me dio curiosidad revisitar lo poco que recuerdo del Planeta X. Y ahora también estoy escribiendo una historia que he tenido en mi cabeza desde como los 15 años. No creo que llegue a publicar esta última, pero me estoy divirtiendo mucho trabajando en ella.

No sé si tengo alguna conclusión más allá de la obviedad de “no hagan lo que yo y escriban sus historias sin miedo” o “una historia mal escrita ya es avance”. Aunque si tuviera que dar un consejo sería que escriban sus historias con miedo y todo, que eso se pasa con la práctica, aunque no del todo. Creo que siempre van a quedar esos nervios de “entrar en escena”, que son buenos siempre que no se salgan de control, porque nos mantienen alerta.

En fin, les dejo mis redes sociales y mi patreon. Y, como siempre, les prometo que voy a continuar Crónicas Michosas, voy lento pero ahí voy.



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